lunes, 17 de mayo de 2010

No basta con decirlo, hay que saberlo decir

¿Les ha ocurrido que una persona, muy cercana a ustedes, intenta darles una recomendación de esas “absolutas” y terminas descubriendo que no tiene ni remota idea de lo que dice?

Hay gente que en verdad cree tener al chivo agarrado por la barba y me asombra la “seguridad” con la que opinan.

Este fin de semana aprendí que se trata de un error muy común en las personas que no ven las fallas que rodean su existencia. No son capaces de resolver algo tan simple como reprender a un hijo y así intentan salvar al mundo.

Hay un proverbio chino que reza: “Si quieres hacer grandes cosas, primero da tres vueltas alrededor de tu casa”. Describe perfectamente mi punto.

A menos de tres meses de mi matrimonio, un grupo de personas ha aparatado tiempo en su apretada agenda para hacer pronósticos en mi futuro conyugal. Tipo “parlay”, las apuestas giran entorno al año de duración.

Aunque son ajenos a todo este entorno web, espero que estas líneas sean interpretadas por estas personas tal cual las escribo a continuación: “No como con el decir de la gente”.

En menos de dos años, tres matrimonios de contemporáneos en mi familia han terminado en fracaso. Con este antecedente, ya el conglomerado al que me refiero trata de zanjar el camino que yo mismo debo recorrer sin asistencia de terceros.

Comprendo que una que otra ayuda no está de más, pero reconozco de inmediato cuando sienten regocijo por las frases “intencionadas” que ofrecen a modo de consejos.

Una estrategia del periodismo, y gracias Dios por darme la oportunidad de comprender la fuerza de las palabras, es que no basta con querer dar un mensaje, tienes que saber cómo llegar a tu receptor. Creo que el Manual de Carreño toca también este tema en algunas de sus páginas.

Otro proverbio, “si lo que vas a decir es menos útil que el silencio, entonces quédate callado”, sirve para quienes no saben medir sus palabras.

Vale agregar un poco de modestia y análisis a la hora de expresar un sentimiento. Tener una “buena intención” no es suficiente razón para intervenir en los asuntos de los demás, a menos que de verdad tengan algo bueno que decir.

Paciencia, constancia. Mi filtro de los malos deseos está más que instalado y activo. Para aquellos que buscan sembrar dudas, me parece que he decidido que no lo lograrán.

3 comentarios:

Naru dijo...

Muchas veces no se sabe decir con las palabras apropiadas o certeras un comentario sin pensar en esa persona a quien se le comenta, es una soberana incomodidad escuchar un sinfín de palabras huecas que no tienen razón alguna y más que pronostiquen cualquier evento que sea personal. ¿Será que eso es un fetiche social o ganas de joder?

Unknown dijo...

Ambas dos. Dios, gracias. Iluminaste a esta alma perdida y le diste el don de comentar en mi blog jeje

Janeth Gutiérrez dijo...

Mi modesta experiencia de 8 años en las lides matrimoniales me dicen que, digan lo que digan, hay que intentarlo. No es naaaada fácil, cada pareja es un "planeta" distinto, y contra todo pronóstico, si desde el principio establecen "reglas" claras y las respetan, les auguro el mayor de los éxitos. Estimado Anderson, la vida es un riesgo y eso es lo que la hace interesante. Un abrazo...

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